Acerca de “Adolescencia”, una reflexión sobre la serie que interpela

Te comparto una reflexión desde mi lugar de padre incompleto, de ese que no tiene todas las respuestas. No me creo ajeno a lo que me toca en ese rol.

“Adolescencia” no justifica, humaniza.

Tal vez ya se dijo, pero vale repetirlo.

“Perdón, hijo. Tendría que haber hecho más.”

Una frase que golpea. ¿Qué es “más” en esta sociedad? ¿Más control? ¿Más presencia? ¿Más escucha?

La adolescencia muestra qué pasa cuando los adultos —nosotros, los padres— dejamos de hablar con ellos, y las redes ocupan ese lugar.

“Está encerrado en su habitación.”

Y entonces nos decimos que está bien.

Nuestra tolerancia, muchas veces, es una excusa para no sentir culpa.

Para no asumir que quizás no pertenecen a nada.

Y así naturalizamos la falta de límites en sus formas de vincularse, hasta que, a veces, es tarde.

Impacta porque ese pibe no es un “marginal”.

Porque estigmatizar también nos salpica.

Hoy hay una brecha enorme entre lo que decimos los adultos y lo que ellos realmente escuchan. Entre lo que nosotros vemos y lo que ellos miran.

La sexualidad que despiertan, muchas veces, llega filtrada por el porno o el sexting, generando falsas expectativas, vínculos vacíos y frustraciones.

En ese silencio, aparecen discursos peligrosos que capturan su atención y deforman su mirada del mundo.

No hay recetas mágicas. Pero hay una certeza:

⚠️ Si seguimos ignorando, habrá más odio, más violencia y menos futuro.

Y no solo en el ámbito familiar: se traslada a la escuela, a la calle, a la comisaría que busca un porqué.

Los adolescentes no son adultos en envase chico.

Sus cerebros están en pleno desarrollo.

Sus vulnerabilidades son propias de su edad.

Y muchas veces, no hay nadie que los contenga.

Un punto aparte: el sistema penal británico, desde 1998, distingue entre niño (10 a 14 años) y joven (14 a 18 años). Son punibles a partir de los 14, pero también pueden serlo entre los 10 y los 14 si se demuestra que comprendían la criminalidad del acto.

De ahí, la importancia de la escena con la psicóloga.

Porque no todo se resuelve con castigo, pero sí empieza con comprensión.

 

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