El trabajo también es un derecho

 

El Día internacional de las y los Trabajadores siempre constituye una oportunidad propicia para reflexionar y reafirmar nuestro compromiso con la defensa de los derechos laborales. Pero también sirve para repensar de qué forma podemos integrar a quienes hoy no pueden ejercer esos derechos porque están marginados del mercado laboral y, en muchos casos, ni siquiera logran acceder al primer empleo.
Se trata de uno de los principales desafíos que tenemos como país y por ello debemos pensar políticas públicas acordes a las posibilidades que nos da un mundo fuertemente atravesado por las nuevas tecnologías, los desarrollos digitales y la industria del conocimiento.
En la Argentina, 1 de cada 4 jóvenes está sin empleo. La tasa de desocupación juvenil triplica a la registrada en la población adulta y los indicadores son aún más preocupantes en el Gran Buenos Aires. A punto tal que tenemos, sólo en el municipio de Esteban Echeverría, alrededor de 15 mil chicas y chicos de entre 18 y 24 años que están desempleados.
A nivel global, estamos viviendo la Cuarta Revolución Industrial, también denominada Revolución Digital, que representa las nuevas formas en que la tecnología se integra en las sociedades. En ese contexto, indefectiblemente, tenemos que repensar las nuevas relaciones sociales y de producción. Esto implica, por ejemplo, generar circuitos de trabajo donde la creatividad y la innovación se trasforme en oportunidades concretas para las y los jóvenes.
En el Gran Buenos Aires, particularmente en municipios como Esteban Echeverría, están dadas las condiciones para crear polos digitales que nos permitirían ser exportadores de conocimiento.
Algunos números son por demás elocuentes acerca de las posibilidades a nuestro alcance para generar trabajo y de calidad:

• La industria del software creó en 2020 -en plena pandemia COVID-19- más de 11.000 puestos de trabajo.

• El salario inicial de ese sector es de $75000, cinco veces el sueldo mínimo.

Otras ciudades del mundo vienen trabajando fuertemente para aprovechar al máximo la industria de los contenidos digitales. Un claro ejemplo, que podríamos tomar como referencia, es el Polo de Málaga. Se trata de una iniciativa que, a partir del impulso del Ayuntamiento de esa ciudad española (equivalente a nuestro municipio), logró materializar un espacio de innovación y laboratorio de tendencias donde se desarrollan ideas o proyectos pertenecientes al sector de los contenidos digitales o sus sectores auxiliares.

Imagen aérea del Polo Digital de Málaga

El edificio del Polo Nacional de Contenidos Digitales de Málaga hoy cuenta con espacios de casi 12.000 m2 con coworking, salas, aulas, laboratorios, y un equipamiento para el desarrollo e implementación de proyectos relacionados con los contenidos digitales.
¿Se puede lograr algo similar en la zona sur del Gran Buenos Aires? Cada política pública debe ser pensada e instrumentada en función de nuestra propia realidad socioeconómica. Pero tenemos importantes herramientas como la ley nacional y provincial para la Promoción de la Industria del Software. Es un marco normativo que brinda facilidades impositivas para que se instalen y se desarrollen este tipo de emprendimientos informáticos en territorio bonaerense.
Necesitamos que Esteban Echeverría, al igual que otros municipios con fuertes necesidades de crear empleo, adhieran a la ley bonaerense y desarrollen políticas fiscales, económicas y productivas para que los beneficios de la industria del software empiecen a generar el desarrollo que tanto necesita nuestra comunidad.
La adhesión a esta norma sólo será el primer paso y deberá estar acompañada de una fuerte decisión política que apunte a crear las oportunidades que tanto necesitan nuestras pibas y pibes.

 

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