LA CRISIS LABORAL POR EL COVID-19 SITUA A LOS/AS JÓVENES EN SITUACIÓN DE RIESGO

DÍA INTERNACIONAL DE LA JUVENTUD (#YOUTHDAY). En la versión más reciente del informe de la OIT, las tendencias mundiales del empleo juvenil 2020 y desde la publicación del anterior informe, en 2017, surgió una tendencia al alza con respecto a la cantidad de jóvenes “nini”. En 2016, había 259 millones, cifra que en 2019 se estimó en 267 millones, y se prevé que siga aumentando hasta alcanzar 273 millones en 2021. 

En un contexto de retracción de la economía mundial causada por la pandemia COVID 19 es fundamental promover medidas de estímulo económico centradas en los jóvenes, apunta Vinícius Pinheiro[1]. Las medidas del lado de la oferta (capacitación y formación) son importantes, pero no suficientes. A menos que vayan acompañadas de medidas igualmente firmes para impulsar la demanda de mano de obra juvenil.   

La pandemia de COVID-19 tendrá impactos sociales, culturales, económicos, políticos y multidimensionales duraderos en sociedades enteras, incluyendo a las personas jóvenes, tal como lo destacó el Informe del Secretario General “Shared Responsibility, Global Solidarity” (“Responsabilidad Compartida, Solidaridad Mundial”) (Marzo 2020).  

Antes del estallido de la crisis del COVID 19, las personas más jóvenes ya se caracterizaban por tener una tasa de exclusión muy superior al del resto de grupos de edad. De acuerdo al Informe Mundial sobre el Empleo Juvenil 2020 de la OIT, los/as jóvenes afrontan un futuro incierto en el mercado laboral debido a la automatización, al enfoque limitado de buena parte de la formación profesional y a la falta de empleos acordes con sus calificaciones.

En términos porcentuales, la tendencia va también en aumento, al pasar del 21,7% en 2015 al 22,4% en 2020. Esa tendencia indica que no se alcanzará la meta establecida por la comunidad internacional de reducir sustancialmente la tasa de jóvenes “nini” para 2020.

La edad es uno de los ejes estructurantes de la matriz de la desigualdad social en América Latina y el Caribe (incluida la Argentina) que se entrecruza y potencia con otros ejes, como el nivel socioeconómico, el género, la condición étnico-racial y el territorio. Así lo subraya la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). 

Controlar la pandemia requiere de convergencia y articulación entre las políticas de salud, económicas, sociales y productivas dirigidas, en particular, a los/as jóvenes.

En lo inmediato, la pandemia ha provocado la recesión más abrupta de la historia que, de acuerdo con las proyecciones de la CEPAL, implicará una caída del crecimiento regional de -9,1% en 2020. Acompañado de un alza en el desempleo alcanzando una tasa cercana a 13,5% y un incremento de la tasa de pobreza de 7 puntos porcentuales para alcanzar el 37,3% de la población, sumado a una agudización de la desigualdad con un alza promedio en el índice de Gini de 4,9 puntos. 

La integración de la población juvenil en los procesos de desarrollo es crucial para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. La población joven es cercana a los 160 millones de personas en la región y en algunos países su proporción seguirá siendo muy significativa en las próximas décadas. Para esa población se requiere un mayor nivel educativo, una formación pertinente y mejor preparación para el aprendizaje a lo largo de toda la vida. 


[1] https://www.observatoriodelajuventud.org/la-crisis-laboral-del-covid-19-situara-a-los-jovenes-en-situacion-de-alto-riesgo/

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