Argentina ocupa el segundo lugar en América con más adolescentes fumadores de entre 13 y 15 años, apenas por debajo de Dominica. Así lo revela un informe que elaboramos desde el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, en base a datos oficiales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El estudio expone un combo explosivo: altas tasas de tabaquismo en menores, recortes presupuestarios y el riesgo de una desconexión total con la OMS.
En solo dos años el Estado nacional desfinanció casi por completo el programa de prevención del tabaquismo. Y esto sucede mientras las tabacaleras redoblan su ofensiva hacia los más jóvenes.
Publicidad encubierta y cigarrillos electrónicos: una amenaza latente
La OPS advierte que la industria del tabaco lanza miles de productos saborizados con el objetivo de captar consumidores jóvenes. Más de 16.000 sabores distintos y una fuerte presencia en redes sociales conforman una estrategia millonaria y global.
En Argentina, la comercialización de cigarrillos electrónicos (CE) y productos de tabaco calentado (PTC) está prohibida por la ANMAT, pero empresas como Massalin Particulares (filial de Philip Morris) han lanzado campañas como “Sin Humo Por Favor” para eludir la legislación, con millones de visualizaciones en plataformas digitales.
¿Y si Argentina se retira de la OMS?
La posible salida del país de la Organización Mundial de la Salud profundizaría aún más la crisis sanitaria:
• Se perdería apoyo financiero y técnico internacional.
• Disminuiría la capacidad de incidir en políticas de salud globales.
• Quedarían comprometidos instrumentos clave como el Convenio Marco para el Control del Tabaco, nunca ratificado por el Congreso.
• Se dificultaría el acceso a datos e investigaciones científicas vitales.
En este Día Mundial sin Tabaco (31 de Mayo), bajo el lema de la OMS “Productos seductores, intenciones perversas: desenmascaremos su atractivo, el informe del Observatorio advierte sobre la urgencia de reconstruir políticas públicas que protejan a las infancias y juventudes del negocio del tabaco.
Reducir el tabaquismo no solo salva vidas, también ahorra recursos al sistema de salud. Pero para eso se necesita decisión política, control estatal y no ceder ante los intereses corporativos que hoy ganan terreno en las redes, en los kioscos y hasta en las leyes.