Radiografía de cómo aumentó el consumo de cocaína y marihuana en la Argentina

El último informe de la agencia de Naciones Unidas encargada de luchar contra la droga y el crimen trasnacional confirma la tendencia de la última década. La prevalencia del consumo de cocaína aumentó 129% en nuestro país, en comparación al registro de 2011. Argentina es el territorio que ha mostrado mayor crecimiento entre aquellas naciones del continente americano con las tasas de consumo más elevadas.  A nivel mundial, sólo es superada por Montenegro y Albania. Algo similar ocurrió con el cannabis: el incremento alcanzó el 154%

Por Walter Martello (Defensor del Pueblo Adjunto BA)

Durante el periodo 2010–2017, según datos de último Informe Mundial sobre Drogas 2019 (UNODC – ONU)[1] y relevamientos anteriores de ese mismo organismo internacional, la tasa de prevalencia del consumo de cocaína creció un 129% en la Argentina, revirtiendo así la disminución que se había registrado entre 2008 y 2011. El aumento fue más marcado entre las mujeres que entre los hombres, y entre los adultos de 35 a 49 años que entre otros grupos de edad. 

 

De esta manera, la Argentina se ubica en el noveno lugar entre los países de mayor consumo de cocaína a nivel mundial. En América, solo es superada por Uruguay y Estados Unidos. Este ranking fue elaborado por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo Bonaerense, en base a los indicadores de la UNODC-ONU[1].

A su vez, al analizar la evolución de los indicadores entre los países de mayor consumo de cocaína, surge que la Argentina es donde mayor incremento porcentual se registra en América, mientras que a nivel global solo está por debajo de Montenegro y Albania. En el caso de este último país europeo, los últimos datos, que figuran en la base de dato de la UNODC, corresponden al año 2014 y la comparación se realiza frente al año 2006.

 

Éxtasis y marihuana

Los indicadores expuestos por la UNODC-ONU también muestran que en la Argentina aumentó el consumo de Éxtasis (MDMA), desde el 0,2 % en 2008 a 0.3 % en 2017.

En lo que se refiere a la marihuana, nuestro país se encuentra entre las primeras 16 naciones con mayor consumo y la prevalencia se incrementó en un 154% entre 2011 y 2017. El ranking mundial lo lidera Israel, seguido por Estados Unidos y Jamaica.

De forma similar a lo que ocurre con la cocaína, la Argentina se ubica entre los primeros lugares a nivel mundial y continental en lo que se refiere al aumento de la tasa de prevalencia en términos porcentuales. Solo teniendo en cuenta los países de mayor consumo, solo es superada por Israel y Chile.

 

Panorama global

Según el informe Mundial de Drogas 2019, el número de personas que consumen drogas ha aumentado en un 30 % con respecto a 2009. En 2017, unos 271 millones de personas, es decir, el 5,5 % de la población mundial de 15 a 64 años de edad, había consumido drogas en el año anterior. En 2009, dicha cifra era de 210 millones de personas.

En el mundo hay actualmente alrededor de 35 millones de personas que padecen trastornos por consumo de drogas, de los cuales 11 millones de personas se inyectan drogas, de las que 1,4 millones viven con el VIH y 5,6 millones viven con la hepatitis C. También ha aumentado el número de víctimas: 585.000 personas perdieron la vida en 2017 a consecuencia del consumo de drogas (a consecuencia de infecciones de VIH, Hepatitis C y sobredosis)

El cultivo ilícito y la fabricación de drogas de origen vegetal registran sus máximos históricos. Pese a haber disminuido en 2017, la superficie dedicada a la amapola y a la producción mundial de opio se mantienen en niveles elevados, y la fabricación mundial de cocaína también ha alcanzado niveles récord.

La población más vulnerable es la penitenciaria. Los reclusos corren más riesgos asociados a los trastornos por consumo de estupefacientes y a los trastornos de salud mental, al VIH, a la hepatitis C y a la tuberculosis que la población general. La prevalencia de las enfermedades infecciosas como el VIH, la hepatitis C y la tuberculosis activa también es desproporcionadamente superior en la población que está tras las rejas, en particular entre quienes se inyectan drogas.

 Las cantidades de drogas incautadas también son más altas que nunca; por ejemplo, los kilos de cocaína secuestrada aumentaron en un 74 % en el último decenio, mientras que la fabricación se incrementó en un 50 % en ese mismo período, lo cual indica que la actuación de los organismos encargados de hacer cumplir la ley se ha vuelto más eficaz y que el refuerzo de la cooperación internacional podría estar contribuyendo a elevar las tasas de incautación.

Hasta el momento, los avances registrados en el combate contra la oferta de estupefacientes no están teniendo un correlato en lo que se refiere a la demanda: el consumo de drogas legales e ilegales, y las consecuentes adicciones, se están multiplicando.

La fabricación ilícita mundial de cocaína alcanzó un máximo histórico de 1.976 toneladas en 2017, lo cual supuso un aumento del 25 % con respecto al año anterior. Esto se debió principalmente al aumento de la fabricación de este alcaloide en Colombia, donde, según las estimaciones, se produjo aproximadamente el 70 % de la cocaína mundial.

El consumo de cocaína va en aumento. Según las estimaciones, 18,1 millones de personas consumieron el alcaloide en el último año; los mayores índices se registraron en América del Norte (2,1 %) y Oceanía (1,6 %). A su vez, América del Norte es la subregión con mayor prevalencia del consumo de anfetaminas (anfetamina y metanfetamina), el 2,1 % de la población de 15 a 64 años.

A su vez, el número de muertes por sobredosis que se atribuyen al consumo de psicoestimulantes, incluida la metanfetamina, se ha incrementado notablemente en los Estados Unidos, de 1.300 casos en 2007 a más de 10.000 en 2017; la intervención de los opioides sintéticos (fentanilo y tramadol) en esas muertes es el principal factor que ha dado lugar a ese aumento.

El número de personas que consumen cannabis en América del Norte es mayor que en la década anterior, pero el aumento ha sido aún más pronunciado en lo que respecta al consumo habitual (no médico) de esa sustancia.

Por ejemplo, en los Estados Unidos el número de personas que consumieron cannabis en el año anterior aumentó en aproximadamente un 60 % entre 2007 y 2017, mientras que el número de personas que lo consumen a diario o casi a diario se duplicó con creces en ese mismo período.

Los productos de la planta de cannabis se han diversificado y su potencia ha ido en aumento desde su legalización. En Colorado, la potencia (nivel de tetrahidrocannabinol (THC)) del cannabis (flor y/o aceite) aumentó en aproximadamente un 20 % en el período 2014–2017.

La necesidad de un nuevo paradigma

Ante el aumento exponencial del consumo de drogas, tenemos que ir hacia un nuevo paradigma y establecer un programa integral, que ponga el esfuerzo en atacar los circuitos de financiamiento y lavado de dinero de las organizaciones narcocriminales, y que al mismo tiempo apunte a reducir la demanda mediante la prevención y el tratamiento de las adicciones. Son dos caras de una misma moneda

Cuesta entender cuál fue el motivo por el cual no se extendió el estado de emergencia que había decretado el presidente Mauricio Macri y que venció en diciembre de 2018, sin que siquiera haya adherido la provincia de Buenos Aires. Incluso, lo que resulta aún más preocupante, es que se mantenga el recorte sobre el presupuesto de la Sedronar, organismo que tiene a su cargo el desarrollo de las políticas integrales para el tratamiento y prevención de las adicciones.

Declarar la emergencia en todo el país permitiría dotar de recursos al sistema de prevención y tratamiento, y avanzar hacia una política de Estado que incluya el fortalecimiento y creación de nuevos dispositivos.

Otras posibles iniciativas podrían ser:

  • Desarrollar los Tribunales de Tratamiento de Drogas para que aquellas personas adictas, que hayan cometido delitos menores. Les permitiría realizar tratamientos de rehabilitación a cambio de la extinción de la pena.
  • Revisar la Ley de Estupefacientes y la Desfederalización Parcial de la competencia penal en materia de estupefacientes
  • Es indispensable que el sistema judicial respalde un nuevo criterio: asegurar que las sanciones sean proporcionadas.
  • Capacitación para los/as operadores judiciales y administrativos y de seguridad respecto a lo que representa la política de drogas con perspectiva de género y derechos humano
  • Adoptar un enfoque integrado y equilibrado, vinculado a la salud pública

Ante este panorama, resulta clave no perder de vista que la mejor forma de luchar contra la droga es hacer un mundo más vivible y humano, donde especialmente los/as jóvenes puedan vislumbrar un futuro.

[1]La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) es una agencia de las Naciones Unidas que tiene por objetivo luchar contra las drogas y el crimen organizado transnacional

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